«Confesión negativa», dentro del conjuro 125 del Libro de los muertos o Libro de la salida al día, según la hoja 23 del papiro de Nu (1550 a. C. – 1295 a. C.), exhibido en el Museo Británico

Salve, dios grande, señor de la verdad y de la justicia, amo poderoso. He llegado hasta ti: ¡Permíteme contemplar tu radiante belleza!

Sé tu nombre mágico y también los de las cuarenta y dos dignidades que te rodean en la gran Sala de la Verdad-Justicia.

El día en que se rinden cuentas de los pecados ante Osiris, la sangre de los pecadores le sirve de alimento.

Tu nombre es «El-Señor-del-Orden-del-Universo-cuyos-Dos-Ojos-son-las-Dos-Diosas-Hermanas».

Es así que yo traigo en mi corazón la verdad y la justicia, porque he sacado de él todo el mal…

Yo no he hecho mal a los hombres.
Yo no empleé la violencia con mis parientes.
Yo no reemplacé por la injusticia a la justicia.
Yo no frecuenté a los malos.
Yo no cometí crímenes.
Yo no hice trabajar para mi beneficio con exceso.
Yo no intrigué por ambición.
Yo no di malos tratos a mis servidores.
Yo no blasfemé de los dioses.
Yo no privé al pobre de su alimento.
No cometí actos execrados por los dioses.
Yo no permití que un amo maltratase a su sirviente.
Yo no hice sufrir a otro.
Yo no provoqué el hambre.
No hice llorar a los hombres, mis semejantes.
Yo no maté ni ordené matar.
Yo no provoqué enfermedades entre los hombres.
Yo no sustraje las ofrendas de los templos.
Yo no robé panes de los dioses.
Yo no me apoderé de las ofrendas destinadas a los espíritus santificados.
Yo no cometí acciones vergonzosas en el recinto sagrado de los templos.
Yo no disminuí la porción de las ofrendas.
Yo no traté de aumentar mis dominios utilizando medios ilícitos ni usurpando los campos de otros.
Yo no manoseé los pesos de la balanza ni su astil.
Yo no quité la leche de la boca del niño.
Yo no me apoderé del ganado en los campos.
Yo no tomé con el lazo las aves que estaban destinadas a los dioses.
Yo no pesqué peces con peces muertos.
Yo no puse obstáculos en las aguas cuando debían correr.
Yo no apagué el fuego en el momento que debía arder.
Yo no violé las reglas de las ofrendas de carne.
Yo no me apoderé del ganado que pertenecía a los templos de los dioses.
Yo no impedía a un dios que se manifestase.
¡Yo soy puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro! ¡Soy puro!

Fui purificado igual que el gran Fénix de Heracleópolis.

Porque yo soy el Señor de la Respiración que da vida a todos los Iniciados el solemne día en que el Ojo de Horus, en presencia del Señor Divino de esta tierra, culmina en Heliópolis.

Ya que vi culminar en Heliópolis el Ojo de Horus, no me sucederá ningún mal en esta región, ¡oh, dioses! Ni tampoco en vuestra Sala de la Verdad-Justicia. Porque yo sé el nombre de los dioses que rodean a Maat, la gran divinidad de la Verdad-Justicia.

Laurent, A. (1998). «Conjuro CXXV». En El libro egipcio de los muertos. Primera versión poética según el texto jeroglífico publicado por Wallis Budge. Madrid: Edicomunicación. Adaptación.